Muchas personas (creyentes o no) pueden preguntarse y de hecho se preguntan, ¿para qué es necesario orar?
Si ya Dios lo dispuso de tal o cual manera, Él ya sabe lo que va a pasar, Él conoce nuestro destino, cual es nuestro principio y nuestro fin, etc, etc, etc,.
Pues bien, el pensar de esta manera estaría dando por tierra con lo que Dios puso en nuestras manos con respecto al “Libre Albedrío”, el mismo con que cada persona es creada por nuestro Dios Todopoderoso.
Tomemos un ejemplo:
Un señor que le encanta la música, y dentro de ella es un apasionado por el violín,
Cuenta con los medios para adquirir todo lo referido a su pasión, es decir , un Violín de la mejor marca, un equipo de radio muy potente, las partituras de la totalidad de la música clásica que es de su agrado, etc.
Ahora bien, cuando llega la hora que en la emisora pasan la música que lo apasiona, el señor hace lo siguiente:
- Clava el dial de la radio en la emisora elegida,
- Pone su atril delante de él y las partituras en el mismo.
- Baja las luces para dar un fondo tenue al salón,
- Toma el violín y comienza a tocar la misma música que pasan por la emisora,
Hasta aquí todo bien, siempre y cuando el señor toque la 9na sinfonía de Beethoven cuando en la emisora también la estén tocando, “esto quiere decir que hay sintonía entre lo planeado por Dios para nosotros y lo que nosotros hacemos”.
Pero puede suceder que cuando comencemos a tocar nos vayamos de tono, se rompa una cuerda, no demos con el acorde justo, y tantas otras cosas más. En este caso no habrá armonía entre lo planeado por Dios para nosotros (o sea la música ordenada de antemano), con lo que nosotros estamos haciendo y por supuesto que la música de la emisora seguirá tocando armoniosamente sin detenerse, de la misma manera que los designios de Dios para sus hijos siguen su camino perfecto, que nunca cambia, que siempre está esperando un corazón arrepentido en forma sincera para perdonar, justificar y santificar.
En definitiva si el señor (nosotros) comienza a tocar una música distinta a la sinfonía compuesta para él, “habrá disonancia en la casa pero no en la academia de música”, esto es el señor (nosotros) en su “Libre Albedrío” decide ir por otro camino; es decir Dios ya eligió cual es el camino para nosotros y nos lo muestra, pero somos nosotros los que elegimos seguirlo o no, somos nosotros los que decidimos obedecer la voz del Señor.
Con la oración pasa algo similar al ejemplo del violinista amateur:
Si oramos pidiendo al Señor que se haga lo que nosotros queremos (es decir nuestra voluntad), el Señor nos escucha, y nos escucha siempre, pero lo que hay que saber es si lo que pedimos está dentro de la voluntad de Él para nuestras vidas, cuando no coinciden nuestra voluntad con la voluntad de Él, hay disonancia (las melodías no coinciden).
Si por el contrario si nuestra oración es orientada a que se haga su voluntad en nosotros, y recibimos lo que Él tenga para nosotros con gozo y alegría habrá afinidad (es decir las melodías coinciden).
A veces también confundimos que la oración puede hacer torcer la voluntad de Dios, y como dijimos el nunca cambia, lo que puede suceder si oramos con fervor y en consonancia con los deseos del Señor es que la oración nos cambiará a nosotros.
Es importante dejar en claro que el Señor siempre escucha nuestras oraciones, la mayoría de las veces somos nosotros los que no escuchamos su voz.
Nuestras oraciones pueden tener tres tipos de respuestas, a saber:
1.- Si, lo que pedimos está en concordancia con la voluntad del Señor para nuestras vidas y es otorgado,
2.- No, lo que pedimos NO está en concordancia con la voluntad del Señor para nuestras vidas,
3.- Espera, aquí debemos ejercitar la paciencia y esperar.
Como corolario podemos decir que “las partituras de Dios están escritas en su Palabray orar es aprender a tocar en armonía la sinfonía que Dios creó para nosotros y hallar que nuestro corazón está en la misma sintonía con Dios.”
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