domingo, 25 de noviembre de 2007

La Felicidad en Nuestro Tiempo

Quizás por la vorágine y turbulencia en la cual nos toca en suerte encaminar nuestra existencia en este tiempo, es que ni siquiera nos detenemos a realizarnos algunas reflexiones, posibles interrogantes cuyas respuestas pueden traer tranquilidad o impaciencia, se me ocurren un par de cuestiones:

- Alguna vez nos preguntamos que es la felicidad?
- Más aún, alguna vez nos preguntamos si somos felices?

Probablemente a la primera inquisición la respuesta puede venir en forma material, es decir, la respuesta sea fundada conforme a las obtenciones materiales logradas a través de la vida,

Bueno pues...... la felicidad puede ser........ tener una buena casa, un buen auto, un buen pasar económico, estar tranquilo en cuanto a la educación de los hijos, tener cubierta la parte social, la parte salud, y quizás un sinfín más de materialidades.

Ya con la segunda pregunta la cosa se puede poner un poco más difícil y aquí tal vez jueguen un poco mas los sentimientos como ser, amo a mi esposa/o y me siento amado/a por ella/el, amo a mis hijos, incluso se puede ir un poco más allá diciendo me siento cómodo con lo que hago, con mi trabajo, por supuesto además de la cantidad de cosas materiales que se posean.

Obviamente que la lista puede ser muchísimo más extensa pero en rigor de la síntesis, haremos un corte con las respuestas al tema planteado y no digo de ninguna manera que el tema esbozado se agote simplemente en las respuestas mencionadas a modo de ejemplo.

El punto es, con una mano en el corazón:

- Te hiciste estas preguntas?
- Realmente te las hiciste?
- Si esto es así, cuál fue la respuesta?
- Tienes realmente una respuesta?

No era una pregunta prioritaria en mi vida, solo por que no se me había ocurrido, no me había detenido a responderme con minuciosidad estas cuestiones, pero en el día de ayer escuche al Dr. Luís Palau reflexionar sobre este tema y no es que vaya a parafrasearlo, pero si me quedaron muy firmemente fijados tres conceptos que él volcó y los mismo son:

Primero:

Sentirse libre de la carga del pecado en la vida; Cuando uno practica el pecado es esclavo del mismo y el Señor Jesucristo entregó su sangre por nuestra redención y nos hizo libres del mismo.
Ef 1:7
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados, según las riquezas de su gracia”

Segundo:

Sentir que el Espíritu Santo habita dentro de nosotros; El Espíritu Santo es nuestro guía, nuestro consolador, aquel que no nos abandona en los momentos de problemas, de dificultades, de crisis, de conflicto, etc.
Ap 3:20
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”

Tercero:

Estar seguro que el Señor nos regala la vida eterna junto a Él; Esto es decir que pasaremos toda la eternidad en su presencia, gozando de sus bendiciones y del amor sin límites que tiene por su creación (es decir por nosotros).
Jn 5:24
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”

En realidad no tenía en mente escribir un mensaje como este, pero al escuchar las palabras del Dr. Luís Palau y la simpleza con que elaboró toda la conferencia no pude más que compartirlo y desear que las bendiciones del Señor sobreabunden en la vida de todos.

domingo, 18 de noviembre de 2007

El tesoro escondido.

Un anciano labrador dueño de un viñedo tenía tres hijos, los cuales eran holgazanes, perezosos, apáticos, haraganes y esperaban todo del padre sin preocuparse o inquietarse en nada por el mundo que los rodeaba.

A ninguno de los tres le gustaba el trabajo y habían confiado su vida a la buena suerte. Como el anciano estaba muy enfermo y a punto de partir a su morada eterna, pensó en cual debía ser la herencia que les dejaría a sus tres hijos, luego de mucho reflexionar los reunió y les dijo:

“Les voy a revelar un secreto que he guardado muy preciadamente para este tiempo en que debo partir y no estaré mas con ustedes, el secreto es que en el campo cerca de alguna de las vides hay enterrado un tesoro, a escasa profundidad, si lo encuentran, los tres podrán vivir muy cómodamente por el resto de sus vidas”.

A los pocos días el anciano murió.

Entonces los hijos se repartieron la tierra en partes iguales y comenzaron a cavar en ella de una forma más o menos concienzuda. No contrataron peones ya que temían que si estos encontraban el tesoro lo guardarían para ellos, no estaban dispuestos a correr ningún riesgo.

Los tres hermanos realizaron un trabajo minucioso, esmerado, meticuloso, lento y prolijo ya que se tomaron el tiempo para dar vuelta cada terrón en búsqueda del tan preciado tesoro.

El delicado y preciso trabajo realizado les llevó un mes y medio y no encontraron nada. Se dijeron entonces cambiemos los lotes y repitieron la operación sin hallar nada en esta segunda oportunidad. Con preocupación en sus rostros ya que creían haber rastreado absolutamente todo el terreno, no una solo vez sino dos veces; Se juramentaron realizarlo una vez más rotando las parcelas pero el resultado fue el mismo, es decir: “nada encontraron de lo que buscaban”.

Pero al cabo de cuatro meses, descubrieron que las vides estaban cargadas de enormes racimos de uvas, los cuales eran para envidia de todos los labradores de los alrededores quienes preguntaban a los tres muchachos:
- Cómo habían logrado obtener semejantes racimos de uvas?,
- Qué técnica habían utilizado?,
- Cuál había sido el abono con que habían fertilizado el suelo?.

Ellos mismos estaban sorprendidos de los resultados obtenidos y luego de realizar un análisis de lo sucedido se dieron cuenta que el tesoro que les había dejado su anciano padre era la bendición que produce el trabajo realizado de manera adecuada y en forma persistente.

Como la tierra había sido removida con tanta dedicación, esa misma tierra respondió al cariño con que había sido tratada y la cosecha fue muy abundante y les dio una ganancia superior al valor del tesoro que buscaban.

Así que descubrieron que, si repetían el esfuerzo todos los años, podrían vivir cómodamente como su padre les había anunciado.

El tesoro estaba en la tierra, pero había que buscarlo de otra manera.

Muchas veces buscamos desesperadamente los tesoros que deseamos, sin saber que los tenemos al alcance de nuestras manos.........

Solamente hay que saber mirar y trabajar y tomar el trabajo como una bendición, no para obtener dinero que nos permita lograr cosas materiales, sino amar lo que hacemos, darnos la oportunidad de ser creativos y poner en el trabajo lo mejor de nosotros.

Quisiera compartir dos pensamientos con respecto al trabajo uno realizado de mala gana y otro realizado con solicitud:

Pr 24:10
“Si fueres flojo en el día de trabajo, tu fuerza será reducida”

Pr 22:29
“¿Has visto hombre solícito en su trabajo?. Delante de los reyes estará”;
“No estará delante de los de baja condición”.

sábado, 10 de noviembre de 2007

El que se lleva al Hijo..................

Hace muchos años un señor a quien la vida y la fortuna le habían sonreído, vivía en una espléndida y lujosa mansión pero a la vez la misma tenía una sencillez natural y estaba sobriamente amueblada, si bien este señor podía tener absolutamente todo lo que el dinero y la fortuna pueden comprar, era más bien medido y moderado en todas sus cosas, no existía en él ningún tipo de exceso ni exorbitancia y además era estimado y apreciado por todo el personal de servicio que habitaba en su hogar.

De este señor dependía mucha gente ya que era un próspero empresario, y su misma actividad le granjeo muchísimas amistades, por supuesto de las interesadas pero también de aquellos que se acercaban a él por lo que era y no por lo que tenía.

Su inmensa fortuna le dio la posibilidad de tener cuanto él quisiera y solamente dio rienda suelta a un solo hobbie, el mismo era la pintura, tenía una pinacoteca que más de un museo del mundo envidiaba, en el inmenso lugar se podía apreciar cuadros de Van Gogh, Altdorfer, Leonardo, Monet, Botticelli, Picaso, Rembrandt, entre otros pintores famosos.

El señor enviudó cuando su único hijo tenía diez años de edad, le dedicó al pequeño todo el tiempo que pudo ya que amaba al muchacho más que a su propia vida, y el joven realmente se hacía querer, había heredado el temple de su padre y creció y se educó y fue un joven de bien, trataba al servicio con gentileza, amabilidad, delicadeza y aparte con la distinción que también había heredado de su madre; De esta también adquirió una mirada tierna, apacible y dulce pero a su vez melancólica y nostálgica.

En determinado momento de la vida de este señor, su país entró en guerra y solicitó los servicios de su amado hijo, que a esta altura contaba con veinte años de edad; Por supuesto que el joven se aprestó para ir a defender a su querido país.

El carácter humano y caritativo del joven le hizo trabar amistad con varios de sus compañeros, pero había otro joven por el cual tenía un especial aprecio, cosa que era compartida por este muchacho también, ambos se habían juramentado que siempre estarían uno al lado del otro, que siempre se ayudarían cuando uno lo necesitara.

En un momento tuvieron que ir al frente y el amigo de nuestro joven quedó herido tras las líneas enemigas, al querer ir a rescatarlo el sargento de la unidad se lo prohibió ya que el fuego era intenso; El joven de nuestra historia hizo caso omiso de la orden del sargento y tenía en su mente y en su corazón el juramento que se habían hecho ambos y en un descuido de su superior traspuso esas líneas enemigas en búsqueda de su amigo, al llegar a él vio que no podría incorporarse por sus propios medios ya que la herida era en ambas piernas, fue así que lo cargó sobre sus hombros y lo llevo nuevamente tras su trinchera.

El joven se sentía feliz por haber logrado su cometido, pero comenzó a nublarse su vista, sus piernas comenzaron a temblar juntamente con sus manos, comenzó a tener convulsiones y al darlo vuelta notaron que una bala enemiga le había atravesado la espalda, unas horas más tarde y ya en el hospital de campaña el joven falleció.

El padre al recibir la noticia no encontró alivio ni consolación en nada, era una sombra de aquel hombre enérgico, vivaz, agudo, ingenioso que en otro momento llegó a ser; Estando sumido en la mayor de las tristezas es que el jardinero, quien a su vez había sido el compinche más cercano de su hijo, molestó su atención diciendo que un joven preguntaba por él, el señor respondió que lo hicieran pasar, el joven visitante un poco apesadumbrado, con cierto grado de congoja y angustia se dirigió al padre de su amigo y le contó que su hijo había muerto en sus manos, y que le había pasado esto por que le había salvado la vida a él ya que penetró en las líneas enemigas para rescatarlo en un acto de valentía sin precedentes.

El joven había entrado con un rollo entre sus manos el cual movía literalmente de una mano a la otra y pudo decir con la voz entrecortada por al emoción que si bien él era un amateur aficionado a la pintura había querido retratar a su amigo y que quería regalarle este retrato, el padre con las manos temblorosas plegó la tela y vio la expresión más fantástica que le podían presentar, el hijo tenía vida a través de esos ojos que tanto le recordaban a su amada esposa, el señor colocó este cuadro entre los más importantes de su codiciada colección.

Pasado unos años el señor no pudo reponerse de la muerte de su hijo y también partió, dejando entre otras cosas su colección de pinturas en una subasta pública, como la misma era muy importante el subastador la publicó en todo el mundo y hacia este lugar acudieron gente de todo el planeta, entre ellos gente muy conocida de importantes galerías de arte, también concurrieron sus entrañables amigos para ver si alguien se podría quedar con alguna obra de arte.

La subasta comenzó en el horario señalado 10,00 hs de una mañana espléndida donde el sol brillaba en su máximo esplendor; La gente estaba sentada en el enorme auditorio con capacidad para mil personas, todos mostraban cierto grado de inquietud, ansiedad e impaciencia ya que querían ver las obras más importantes y por supuesto ofertar por ellas, es así que al comenzar la subasta el martillero hace traer un cuadro el mismo estaba tapado por un lienzo blanco, al hacerlo destapar se descubre el rostro del hijo, el rematador manifiesta a viva voz,

- Quién se lleva al hijo?
- La respuesta fue, queremos ver las obras de arte, queremos que comience por ellas,
- El rematador con voz lacónica volvió a repetir: cuánto ofertan por el hijo?
- Saca ese cuadro de ahí, nosotros vinimos por las cosas verdaderamente importantes,
- Por tercera vez el rematador hace oír su voz, cuánto ofertan por el hijo?
- La gente se comenzó a impacientar más aún, decididamente no querían al hijo, ellos iban por las cosas importantes, es así que tímidamente y desde lo último del salón un señor muy humildemente vestido (el mismo era el jardinero) con su gorra en la mano sacó de su bolsillo un billete de un dólar y con el temor que se dejaba traslucir en su mirada y con la voz entrecortada dijo ¡Yo quiero al hijo y esto es todo lo que tengo, alcanza?! Mostrando el billete arrugado en su mano extendida.
- El rematador dijo: Tengo un dólar, alguien da más por el hijo?
- La respuesta del auditorio fue casi absoluta véndelo ya, nosotros queremos las cosas importantes.
- El rematador dijo: Vendo al hijo por un dólar a la una, a las dos y a las tres; Vendido al señor por un dólar.

Luego de esto el Rematador guardó su martillo, cerró su attache y se aprestaba a irse, cuando es increpado por los asistentes a la gran subasta; El hombre con voz cortante les dijo: Yo no estaba autorizado a decirlo pero esta subasta tenía una cláusula, la misma era ¡El que se lleva al Hijo se lleva todo!.

Quisiera hacer una reflexión sobre este tema:

Debemos entender que si nosotros nos aferramos al Hijo tendremos todo lo que necesitamos, quizás no todo lo que queremos, pero si todo lo útil para nuestra vida,

Mt 6:33
“Más busca primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Una Segunda Oportunidad

En una oportunidad un señor mayor multimillonario él, al concurrir a su médico con el chequeo solicitado por éste, tomó conocimiento que sufría una enfermedad incurable, y que no le quedaban más de tres meses de vida; Tomó aire, suspiró profundamente, se tomó un tiempo de reflexión y preguntó:

¿Está usted seguro doctor?

Absolutamente fue la respuesta, lamentablemente contra éste mal la ciencia no ha encontrado la posibilidad de avanzar en su cura, solamente en la provisión de analgésicos paliativos para que los pacientes no sufran dolores desmedidos.

El señor se despidió del galeno y se retiró a su domicilio, en la soledad de su casa comenzó a buscar quien sería su heredero, dado que la única persona cercana con que contaba era su hijo, pero el mismo era lo opuesto a su padre,

- No le interesaban los negocios,
- Su vida era fiesta, mas fiesta, mas fiesta,
- Había derrochado absolutamente todo lo que su padre le había dado,
- Siempre volvía a pedir dinero, el mismo no permanecía mucho tiempo en sus manos,
- No sentaba cabeza aún a sus 40 años ya cumplidos,

Luego de analizar varias posibilidades el señor llegó a la conclusión que debía dar una última oportunidad a su hijo y le llamó, luego de compartir la cena, la sobremesa y una copa de brandy el padre se dirige al hijo, diciéndole:

Querido hijo, estoy muy enfermo y mi vida se apaga, me quedan nada más que tres meses de vida y debo ordenar todas las cosas, he pensado mucho en ti en este tiempo y de las ganas que yo tendría de dejarte todo lo que tengo, pero dudo que tu seas la persona adecuada para llevar adelante mis empresas, no has mostrado la dedicación necesaria ni la sensibilidad que se debe tener para hacer progresar estas cosas; El hijo interrumpió abruptamente a su padre y le dijo con vehemencia: padre yo puedo llevar adelante todas tus empresas, pruébame!!

Bueno hijo mío lo haré, respondió el padre, pero te pondré una sola condición y tú debes prometerme que cumplirás en caso que no logres preservar los bienes que te dejaré; Pon la condición que quieras dijo con firmeza el hijo.

A lo que el padre contestó:

- Nunca debes desprenderte de la propiedad que yo heredé de tu abuelo donde tu naciste, nunca debes arrendarla, ni prestarla, ni cederla, ni transferirla solo debes conservarla.
- En el caso que tú pierdas los bienes que heredarás, debes ir a esa propiedad, ingresar en la cabaña y ahorcarte.

Si estás dispuesto a realizar esta promesa heredarás todos los bienes, que dices?

El hijo escucho atentamente, meditó en las palabras de su padre, examinó su rostro, maduró la respuesta en su mente y contestó afirmativamente: padre no tengas dudas que haré lo que tú me mandes, fue su respuesta.
En los próximos tres meses padre e hijo se dedicaron a llevar adelante los negocios, el hijo se preocupó de aprender lo que nunca antes quiso hacer y cuando llegó el momento de la despedida el hijo comenzó con el trabajo, ahora sin nadie que pudiera aconsejarlo, solo él para llevar adelante la tarea.

Al verse solo, y añorando su vida de agasajo, festejo, deleites y satisfacción meramente carnal es que salió una noche a encontrarse con sus amigos, volvió a la mañana siguiente totalmente ebrio y descontrolado, esto continuó el día siguiente y el siguiente, fue así que en seis meses había perdido todo los bienes que le había dejado su padre.

Desesperado recordó la promesa que había realizado a su padre en el lecho de muerte, si bien no tenía ninguna gana de cumplir semejante promesa, era cierto que él era un hombre de honor, reflexionó seriamente qué debía hacer, lo pensó una semana seguida y la promesa martillaba en su cabeza.

Lo cierto fue que el joven se dirigió a la propiedad, ingresó en la cabaña y vio una horca preparada, pensó en lo sabio que había sido su padre y dijo primero para sus adentros ¡Si tuviera otra oportunidad!, y repitió dentro suyo ¡Si tuviera otra oportunidad!, y luego clamó a gran voz ¡Si tuviera otra oportunidad!, como respuesta muda, quieta, callada se encontró con la inexpresividad hermética y pacífica de la horca preparada.

Entendió que no tenía otro camino que cumplir la promesa hecha a su padre, lentamente se subió al banquillo, colocó pausadamente la soga alrededor de su cuello y clamaba para sus adentros ¡Si tuviera otra oportunidad...!, lo pensó un último instante y empujó el banquillo.

Entonces al quedar colgado de la soga cedió el tirante donde estaba colocada la soga y cayo desde el techo una cantidad de riquezas incalculables en oro, plata, piedras preciosas, títulos de propiedades de distintas empresas, e infinidad de cosas que el hijo no tenía idea que fuesen posesión de su padre, al final cayó sobre él un sobre que entre lágrimas y con las manos temblorosas pudo abrir, él mismo decía ¡Te doy una segunda oportunidad!. Tu padre.

Nuestro Padre Celestial nos da siempre una Segunda Oportunidad, veamos:

Ef 2:4-7
4”Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó”,
5”Aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”,
6”Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”,
7”Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”.

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